09 enero 2012

Caos sincrónico en la capital!

Como empezar una nueva entrada después de tanto tiempo!! Ciertamente los abandone! Pero aquí estoy nuevamente para contarles que ha ido pasando desde mi última entrada.
Resulta que me compre un carro, hermoso, azul como mi color preferido, francés y pequeño como yo… ah y sincrónico cosa que dio inicio a muchas aventuras. Pase semanas practicando en mi pueblo natal donde no hay casi montanas y todo es plano, perfecto, el paraíso porque además no hay casi colas (aunque han estado aumentando en los últimos meses) pero en conclusión un panorama muy diferente al de la capital. Ay dios!! Cuando me traje el carro a la capital digamos que todo lo que aprendí en mi pueblito no sirvió de nada, las colas son insoportables a veces hasta 2 horas para recorrer un trayecto que debería hacerse en 15 minutos y para empeorar la cosa casi siempre me toca cola en subida!
Pero el primer incidente fue saliendo del estacionamiento del edificio donde me quede la primera noche, una subida con una inclinación como de 70 grados y justo a la mitad se encuentra el interruptor para abrir el portón.  Pues bien, todo iba perfecto hasta que tuve que pararme a la mitad y luego volver a subir, cosa que fue misión imposible! El carro no quiso subir, yo hice todo como me enseñaron metí primera y saque el cloche (o croche para muchos) y el carro no arrancaba, no le daba la gana de arrancar o yo sin darme cuenta no estaba sacando el cloche a tiempo, pero digamos que en ese momento no lo iba a admitir. Las revoluciones a todo dar y nada. Pase mi susto cuando se puso un carro atrás y de los nervios ni el freno de mano pude meter! Caos total, hasta que al fin y por obra y gracia de dios logré arrancar y no hubo quién me detuviera hasta llegar a mi destino! Así pase dos semanas, donde cada vez que agarraba una subidita ni se me ocurría pisar el freno.
Aprendí, menos mal, porque ahora todos los días al salir del trabajo me agarra la cola para llegar a la casa que casualmente tiene la misma inclinación que la salida del estacionamiento. Coincidencia o destino?