16 septiembre 2012

The vow...


Hace algunos meses vimos una película llamada The Vow (votos de amor) y debo admitir que en algunas cosas me sentí identificada. No precisamente por la pérdida de memoria que sufre “Paige”, ni tampoco por el accidente que tuvieron ella y “Leo”. No. Me sentí identificada con la trama de amor que además sucedió en la vida real.

Y es que hace ya más de 6 años me enamoré de mi novio, ese que con su raro sentido del humor me hizo caer rendida a sus pies. Pero luego del coqueteo, las salidas y largos recorridos por carretera todos los fines de semana llego el día en que decidí emprender camino a un nuevo destino supuestamente para encontrarme.

Así como “Paige”, yo pensaba que necesitaba encontrarme, descubrirme a mi misma, conocerme y finalmente concebir que es lo que quiero en la vida. Pero a diferencia de ella, me di cuenta que lo que descubrí al estar sola en aquel lugar no era lo que yo esperaba.

Muchas pasamos por momentos que nos hacen cambiar, así como lo dijo “Leo”: la vida esta constituida por momentos de impacto. Mi momento de impacto duró 6 meses y luego de eso empezamos a “leer el mismo libro como si fuese la primera vez”.

Todo volvió a suceder como la primera vez, su raro sentido del humor volvió a cautivarme, sus abrazos se sentían divino en esos días de invierno en florida, tu mirada dulce y encantadora me decía cuánto me habías extrañado, y así, rápidamente volví a enamorarme de ti. Cuantas novias tienen la suerte de enamorarse dos veces de sus novios?  La verdad, espero que muchas!

En conclusión, Paige y Leo volvieron a estar juntos, así como nuestra historia volvió a repetirse y ahora estamos aquí finalmente convergiendo caminos…

02 julio 2012

De las arrugas y esas cosas…

Cuando somos bebes, nuestra piel es suave delicada, firme y perfecta, pero con el pasar del tiempo y con el desarrollo, ella empieza a sufrir cambios, se pueden ver los daños causados por el sol y en edades más avanzadas empiezan las odiadas arrugas a aparecer. Y ya que toco el tema de edades avanzadas, una vez leí algo sobre el envejecimiento prematuro y de cómo un poco de cuidado podría retardar la aparición de las arrugas. En ese mismo artículo comentaban que la belleza se lleva por dentro, que hay que tomar vitaminas y minerales para mantener en óptimo funcionamiento los sistemas vitales de nuestro cuerpo, que las frutas y las verduras nos proveen con valiosos nutrientes y que hay que ingerir mucha agua porque es el humectante de piel más valioso.
Así como las cosas naturales ayudan mucho en el tema, también nombraban exfoliantes, mascarillas, tonificadores y cualquier cantidad de productos de los cuales jamás había escuchado que sirven para prevenir o al menos retardar la aparición de las arrugas.
Pero bueno, sí, ya lo sé! Qué arrugas ni que nada si ni siquiera tengo 50! Si todavía me dicen: ay pareces una muchachita de 18! Y es verdad, tal vez por tener un cuerpo “petite” termino pareciendo de menos edad, pero la realidad es otra.
Ya son 28! Y empiezan a notarse los cambios en el cuerpo, las NO adoradas  arrugas se empiezan a notar.  De algunos años para acá, ya el tema de las arrugas empezaba a aparecer entre mis más cercanas amigas, las que se atreven a hablar del tema y aquellas que hasta recomiendan productos. Obviamente, como aparento 10 años menos nunca me había interesado mucho en el tema y aquellas recomendaciones quedaban en el olvido, pero 5 años después me encontré en aquel odiado anaquel leyendo todas las indicaciones de uso, las advertencias, las recomendaciones y empapándome de todo el tema. Menos mal que no cobran por el tiempo que uno pasa en las tiendas, porque aquel día, Oh! aquel día, en el que finalmente me debatía con aquellos comentarios de juventud y la realidad,  aquel día en que admití que las cremitas salían más económicas que el botox, ese mismo día salí de aquella tienda con mis “cremitas mágicas”.
Desde aquella noche empezó una rutina diferente antes de dormir, ahora incluyo religiosamente a mis cremitas para lograr vencer (o al menos darle la pelea) a las arrugas y me he dado cuenta más de una vez que cuando me las aplico me pregunto: hasta donde llegará el cuello? Hasta dónde debo aplicar la cremita mágica? Y ahí mismo, vuelvo a recordar el artículo, donde culminaba diciendo que la vida es bella y el mejor remedio para evitar las arrugas es SONREIR porque cuando estamos felices irradiamos belleza.
Así que empecemos este mes con el pie derecho, sonriendo, amándonos y mimándonos. Desarrollen actitudes positivas y cuando se vean en el espejo y se estén aplicando sus cremitas, SONRIAN, que aunque la sonrisa no se las vaya a desaparecer, les ayudará también.

12 junio 2012

todos tenemos una abuelita que...

Quién no tiene una abuelita encantadora? O una consentidora? O tal vez regañona? Todos tenemos una abuelita o dos, y todas son tan diferentes. En esta oportunidad quiero hablarles de mi abuelita materna, esa que me sorprende con cada una de sus cosas y que siempre nos recibe con un caluroso abrazo al llegar a su casa.
Como por ejemplo una de las cosas que más me sorprende es la habilidad numérica que tiene, y no es que haga divisiones o multiplicaciones complicadísimas, nada de eso, ella a sus 92 años se sabe de memoria los números de teléfono de sus 7 hijos y probablemente hasta algunos de sus nietos. Así como también se sabe al caletre la receta de las hallacas y está al día con todas las noticias familiares.
Otra de sus habilidades es estar lista a tiempo para cualquier viaje, de hecho es la más entusiasmada recordando cosas por todo el camino y también la que lleva menos equipaje. En un bolsito azul chiquito no sé cómo logra meter todo lo que necesita y hace unas caminatas larguísimas como si tuviera 15 y al llegar al hotel se alista para ir a cenar o al casino.
Así es mi abuelita, como quisiera llegar a los 92 como ella… 

22 marzo 2012

Caracas VS. Calabozo


Cómo no escribir un blog sobre la cotidianidad de ciudades tan diferentes pero que a su vez quedan a pocas horas de distancia. Es que empezar la semana en cualquiera de estas ciudades se podría pensar que es lo mismo, todos nos levantamos para ir al trabajo manejando, salir a almorzar, comprar en el supermercado, regresar a la casa para dormir y hacer lo mismo al día siguiente. Pero cuando lo vives empiezas a darte cuenta de las diferencias tan extremas.
Por ejemplo, el caso caracas es algo que muchos de nosotros conocemos. Los niveles de stress crecen a medida que pasan los minutos, así también crece la cola. La salida matutina para ir al trabajo debe ser calculada al menos 2 horas antes de empezar a trabajar. El momento del almuerzo (sin importar si es de 1 o 2 horas) debe  ser obligatoriamente algo cerca de la oficina y luego de eso pasar la tarde armándose de paciencia para volver a tomar la cola, esta vez de regreso a casa. Y así culmina el día y llega la noche para prepararnos para la misma rutina del día siguiente.
Muy diferente al caso de calabozo! Con ese calor que pareciera solamente afectarme a mi al igual que los mosquitos se antojan de picar a la carne nueva. Pero a pesar de esas dos cosas, podría decir que la vida en calabozo es divina! SI, leyeron bien DIVINA! No hay otra ciudad en Venezuela que me haga sentir así, tanta paz y tranquilidad. Si tu horario de trabajo es de 8 a 5, más o menos tu día sería así:
Te levantas a las 7:30 te arreglas en 25 minutos y en 5 llegas a tu ofi. La hora del almuerzo es demasiado relajada, sales a cualquier lugar sabiendo que de regreso no encontraras cola, hasta puedes irte a la finca de la vecina, tomarte una sopa o cualquier otra cosa y volver a tu oficina. A la hora de la salida puedes ir al odontólogo, comprar en el supermercado, volver a la finca de la vecina a echar cuentos, llegar a tu casa, cocinar algo de cena para tu familia y a eso de las 9 ver la novela relajándote para el día siguiente.
Se dice que el mayor peligro en calabozo sería un accidente, porque según las malas lenguas, los vegueros no pisan el freno, sino que “jalan el volante como si fueran riendas”.
Por eso es el lugar preferido para escapar de la rutina, unos días en calabozo me hacen sentir mejor, con la mente despejada y con más ganas de seguir armando el rompecabezas de la vida. 

09 enero 2012

Caos sincrónico en la capital!

Como empezar una nueva entrada después de tanto tiempo!! Ciertamente los abandone! Pero aquí estoy nuevamente para contarles que ha ido pasando desde mi última entrada.
Resulta que me compre un carro, hermoso, azul como mi color preferido, francés y pequeño como yo… ah y sincrónico cosa que dio inicio a muchas aventuras. Pase semanas practicando en mi pueblo natal donde no hay casi montanas y todo es plano, perfecto, el paraíso porque además no hay casi colas (aunque han estado aumentando en los últimos meses) pero en conclusión un panorama muy diferente al de la capital. Ay dios!! Cuando me traje el carro a la capital digamos que todo lo que aprendí en mi pueblito no sirvió de nada, las colas son insoportables a veces hasta 2 horas para recorrer un trayecto que debería hacerse en 15 minutos y para empeorar la cosa casi siempre me toca cola en subida!
Pero el primer incidente fue saliendo del estacionamiento del edificio donde me quede la primera noche, una subida con una inclinación como de 70 grados y justo a la mitad se encuentra el interruptor para abrir el portón.  Pues bien, todo iba perfecto hasta que tuve que pararme a la mitad y luego volver a subir, cosa que fue misión imposible! El carro no quiso subir, yo hice todo como me enseñaron metí primera y saque el cloche (o croche para muchos) y el carro no arrancaba, no le daba la gana de arrancar o yo sin darme cuenta no estaba sacando el cloche a tiempo, pero digamos que en ese momento no lo iba a admitir. Las revoluciones a todo dar y nada. Pase mi susto cuando se puso un carro atrás y de los nervios ni el freno de mano pude meter! Caos total, hasta que al fin y por obra y gracia de dios logré arrancar y no hubo quién me detuviera hasta llegar a mi destino! Así pase dos semanas, donde cada vez que agarraba una subidita ni se me ocurría pisar el freno.
Aprendí, menos mal, porque ahora todos los días al salir del trabajo me agarra la cola para llegar a la casa que casualmente tiene la misma inclinación que la salida del estacionamiento. Coincidencia o destino?