Hace algunos meses vimos una película llamada The Vow (votos de amor) y debo admitir que en
algunas cosas me sentí identificada. No precisamente por la pérdida de memoria
que sufre “Paige”, ni tampoco por el accidente que tuvieron ella y “Leo”. No.
Me sentí identificada con la trama de amor que además sucedió en la vida real.
Y es que hace
ya más de 6 años me enamoré de mi novio, ese que con su raro sentido del humor
me hizo caer rendida a sus pies. Pero luego del coqueteo, las salidas y largos
recorridos por carretera todos los fines de semana llego el día en que decidí
emprender camino a un nuevo destino supuestamente para encontrarme.
Así como
“Paige”, yo pensaba que necesitaba encontrarme, descubrirme a mi misma,
conocerme y finalmente concebir que es lo que quiero en la vida. Pero a
diferencia de ella, me di cuenta que lo que descubrí al estar sola en aquel
lugar no era lo que yo esperaba.
Muchas pasamos
por momentos que nos hacen cambiar, así como lo dijo “Leo”: la vida esta
constituida por momentos de impacto. Mi momento de impacto duró 6 meses y luego
de eso empezamos a “leer el mismo libro como si fuese la primera vez”.
Todo volvió a
suceder como la primera vez, su raro sentido del humor volvió a cautivarme, sus
abrazos se sentían divino en esos días de invierno en florida, tu mirada dulce
y encantadora me decía cuánto me habías extrañado, y así, rápidamente volví a
enamorarme de ti. Cuantas novias tienen la suerte de enamorarse dos veces de
sus novios? La verdad, espero que
muchas!
En conclusión,
Paige y Leo volvieron a estar juntos, así como nuestra historia volvió a
repetirse y ahora estamos aquí finalmente convergiendo caminos…
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