02 julio 2012

De las arrugas y esas cosas…

Cuando somos bebes, nuestra piel es suave delicada, firme y perfecta, pero con el pasar del tiempo y con el desarrollo, ella empieza a sufrir cambios, se pueden ver los daños causados por el sol y en edades más avanzadas empiezan las odiadas arrugas a aparecer. Y ya que toco el tema de edades avanzadas, una vez leí algo sobre el envejecimiento prematuro y de cómo un poco de cuidado podría retardar la aparición de las arrugas. En ese mismo artículo comentaban que la belleza se lleva por dentro, que hay que tomar vitaminas y minerales para mantener en óptimo funcionamiento los sistemas vitales de nuestro cuerpo, que las frutas y las verduras nos proveen con valiosos nutrientes y que hay que ingerir mucha agua porque es el humectante de piel más valioso.
Así como las cosas naturales ayudan mucho en el tema, también nombraban exfoliantes, mascarillas, tonificadores y cualquier cantidad de productos de los cuales jamás había escuchado que sirven para prevenir o al menos retardar la aparición de las arrugas.
Pero bueno, sí, ya lo sé! Qué arrugas ni que nada si ni siquiera tengo 50! Si todavía me dicen: ay pareces una muchachita de 18! Y es verdad, tal vez por tener un cuerpo “petite” termino pareciendo de menos edad, pero la realidad es otra.
Ya son 28! Y empiezan a notarse los cambios en el cuerpo, las NO adoradas  arrugas se empiezan a notar.  De algunos años para acá, ya el tema de las arrugas empezaba a aparecer entre mis más cercanas amigas, las que se atreven a hablar del tema y aquellas que hasta recomiendan productos. Obviamente, como aparento 10 años menos nunca me había interesado mucho en el tema y aquellas recomendaciones quedaban en el olvido, pero 5 años después me encontré en aquel odiado anaquel leyendo todas las indicaciones de uso, las advertencias, las recomendaciones y empapándome de todo el tema. Menos mal que no cobran por el tiempo que uno pasa en las tiendas, porque aquel día, Oh! aquel día, en el que finalmente me debatía con aquellos comentarios de juventud y la realidad,  aquel día en que admití que las cremitas salían más económicas que el botox, ese mismo día salí de aquella tienda con mis “cremitas mágicas”.
Desde aquella noche empezó una rutina diferente antes de dormir, ahora incluyo religiosamente a mis cremitas para lograr vencer (o al menos darle la pelea) a las arrugas y me he dado cuenta más de una vez que cuando me las aplico me pregunto: hasta donde llegará el cuello? Hasta dónde debo aplicar la cremita mágica? Y ahí mismo, vuelvo a recordar el artículo, donde culminaba diciendo que la vida es bella y el mejor remedio para evitar las arrugas es SONREIR porque cuando estamos felices irradiamos belleza.
Así que empecemos este mes con el pie derecho, sonriendo, amándonos y mimándonos. Desarrollen actitudes positivas y cuando se vean en el espejo y se estén aplicando sus cremitas, SONRIAN, que aunque la sonrisa no se las vaya a desaparecer, les ayudará también.

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